#8M2022: un día internacional incluyente con niñas y mujeres indígenas

Día Internacional de la Mujer

 

Texto y gráficos: Ana Lara – CECIG

En una conmemoración tan relevante como el #8M, las realidades y perspectivas de niñas y mujeres indígenas de contextos rurales deben ocupar un lugar prioritario. Históricamente marginadas, su situación ha empeorado en los últimos años debido a factores económicos y sociales (además de la pandemia de COVID19), incrementando la cantidad de mujeres indígenas en zonas rurales en condición de pobreza. Cifras de CONEVAL citadas por El Universal en el reportaje “Crece pobreza de mujeres indígenas”, demuestran la dimensión del problema: “Las mujeres hablantes de lengua indígena que se encontraban en situación de pobreza sumaron 2.8 millones de personas en 2020, un aumento de 74 mil mujeres con respecto a 2018”.

Esta condición no se debe únicamente a la falta de trabajo, sino a la invisibilización de las mujeres indígenas en el mercado laboral y a los abusos que viven, por ejemplo, como jornaleras agrícolas (87% de ellas trabaja de manera informal), ya que perciben salarios bajos y, en general, ganan menos que los hombres por el mismo trabajo, carecen de prestaciones sociales y de acceso a servicios de salud, además de sus dobles o triples jornadas debido a las labores de cuidado que realizan.

Se habla de invisibilización porque, nuevamente haciendo referencia al reportaje de El Universal, de 29 millones de personas que viven en zonas rurales del país, 11.1 millones son mujeres mayores de 15 años con posibilidades de trabajar, pero únicamente 3.8 millones lo hacen formalmente, lo cual no quiere decir que el resto no trabaje, sino que realizan labores de cuidados y trabajo productivo pero no reciben ningún pago, situación que las vulnera y arrastra a la precarización y la pobreza.

Trabajo agrícola, comercio informal, trabajo del hogar, son las labores principales a las que se dedican las mujeres indígenas de contextos rurales, casi siempre con los mismos rasgos de informalidad, bajo salario, sin prestaciones, sin derechos ni estabilidad laborales.

Si bien la lucha por los derechos de las niñas y las mujeres debe ser universal, es necesario que se haga un énfasis particular en aquellas que viven y se desarrollan en condiciones especialmente vulnerables, precarias e inmersas en diversos tipos de violencia, abriendo paso a sus voces, sus realidades y necesidades, poniéndolas en el primer plano que se les ha negado sistemáticamente a pesar de que sus vidas y necesidades importan tanto como las de cualquier otra mujer, y de que su trabajo beneficia a una gran parte de la sociedad mexicana.

Este #8M2022 alcemos la voz también por las niñas y las mujeres indígenas.